viernes, marzo 27, 2009

Balance del viaje

No me gustan los viajes
porque dejo
la mitad del corazón
en una hamaca,
en una alberca,
en los vértices soñados
de otros cuartos.

Regreso siempre más pobre
de los viajes,
gastado, triste,
sin algo en la maleta:

sin las risas, los brindis, los abrazos
de amigos cuyos rostros
se diluyen ya en el tiempo.

O a lo mejor sólo es que vuelvo
sin otras cosas de menos importancia:
objetos sin valor,
minucias, bagatelas
dejadas sin querer en las repisas de un hotel,
en cajones colmados de memoria:

chucherías en otro tiempo prescindibles
pero que hoy bien pudieran completarme.


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Este poema apareció en el número 130 (enero-febrero 2009) de la revista Crítica, de la BUAP.

lunes, marzo 02, 2009

Huevos*

I am the Eggman
They are the Eggmen

J. L.



1.
Cascarón,
frágil alabanza,

delicado
culo de doncella,

la mirada más febril,
la más artera,

te hará palidecer,
quebrarte de vergüenza.

2.
Yema solar,
estrella de pura proteína:

¿Qué galaxias sueñas
en tu prisión de calcio?

3.

Yo tuve, en tierra adentro,
una novia muy pobre...
R. L . V

Y yo tuve una
viscosita y transparente.

Llamábase Clara:
fluían por mis dedos
sus ricos nutrientes.

4.


Somos seres luminosos, Luke,
no sólo esta tosca materia.
Yoda


Espectro de ti como el silencio
—todo coraza de ausencias—,
sólo en el calor te haces concreto,

allí la ebullición consuma sus misterios,
su ocioso discurrir de doméstica tormenta.

(Así el calor nos vuelve a nuestra tosca materia).

Y brota de las aguas
—compacto tras su sábana fantasma—
tu cuerpo verdadero.

5.
¡¡¡Albricias!!!:

del huevo de Pascua
ha nacido un pavo real.
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* Este ovoide en cinco partes salió de un taller que, entre julio y noviembre de 2003, impartió el poeta Francisco Hernández en el Centro Nacional de las Artes y al que me inscribí nomás pa' saber qué demonios era lo que estaba yo escribiendo. Hace apenas cinco años, en el invierno de 2003-2004, al aparecer en las páginas de la revista Oráculo, se convirtió en el primer poema que yo haya publicado jamás. Fueron Rodrigo Flores y Ramón Peralta, compinches en aquel taller franciscano, quienes me lo pidieron para su revista. Apareció en el para mí afortunado número 13 de aquella publicación bajo el título de "Miradas sobre un huevo". Dos o tres cambios, o mejor, ajustes apenas perceptibles en algunos de sus versos no han podido modificarlo esencialmente en un lustro. Lo pongo ahora aquí nomás de puro ocioso. Si lo hallan insípido, échenle sal.